Todos hemos visto alguna vez 1 capítulo de alguna serie de este tipo, a algunos les entretiene, pero no les engancha, aunque a la gran mayoría, y me incluyo, nos obsesionan estas producciones y acá te contamos exactamente por qué.
Primero que todo, hablemos de las premisas. Cuando tomamos una serie como Grey’s Anatomy (2005) o ER (1994), el argumento es súper simple: seguimos a un grupo de doctores que trabajan en un mismo hospital, intercalando sus vidas profesionales con el ámbito personal. Suena muy sencillo, pero el encanto está en que cuando tú te centras en un lugar tan acontecido como la sala de emergencias o el quirófano, básicamente puede pasar cualquier cosa, incluso si no pasa nada con los protagonistas, puede llegar un paciente con un caso increíble que paraliza al hospital completo y quedamos enganchados.
A veces en este tipo de series, la historia se centra un poco más en un solo personaje que tiene alguna característica particular, como es el caso de Dr. House (2004) o The Good Doctor (2017). Son arquetipos que logran cautivar por sí solos en cualquier entorno, tienen habilidades distintas al resto y en muchos casos son genios incomprendidos que luchan contra el sistema que los rechaza, pero cuando sumas estas personalidades tan especiales a los desafíos que implica ser doctor y tratar con pacientes, la combinación es mágica.
Por otro lado, hay series que tienen elencos más grandes y que logran resaltar personajes que en un inicio no parecían tan llamativos, por ejemplo, los doctores de la divertida Scrubs (2001). En papel, no son más que un grupo de doctores en un trabajo que a ratos parece un poco monótono y que en muchas ocasiones pasa a segundo plano. En esta serie lo que vale más es la relación entre los diferentes personajes y sus personalidades tan especiales. La fantasía que viven es mucho más cautivante que la realidad y nos ayuda a tomar algunos temas con un poco más de humor.
Finalmente, la razón principal por la que caemos en este abismo maravilloso de las series médicas es porque nos acercan a un mundo que en la realidad no es tan accesible para el humano común.
Al ver cómo viven y trabajan los cirujanos y doctores de un hospital ficticio, podemos por 30 0 45 minutos fantasear sobre cómo sería dedicarnos a la medicina y hasta comenzamos a retener información que nos hace diagnosticar al paciente en los primeros 5 minutos del capítulo.
Parece chiste y nosotros sabemos que en la realidad los funcionarios médicos viven realidades muy distintas a las de la pantalla chica, y también reconocemos que haber visto las 17 temporadas de Grey’s Anatomy no equivale a haber ido a la escuela de medicina. Pero no podemos evitarlo, las series médicas llenan un vacío en nuestro corazón y nos dejan jugar a ser doctores por un ratito.
